La máquina de Anticítera
- associationenarro
- 10 ago
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En 1900, unos pescadores de esponjas descubrieron cientos de objetos procedentes de un barco romano que había naufragado cerca de la isla de Anticítera. Entre las estatuas y objetos diversos que las autoridades griegas recuperaron del barco, se encontraron varios fragmentos de bronce corroídos, casi fosilizados, que no parecían tener ningún valor. No fue hasta 1902 que se dieron cuenta de que estas piezas constituían un mecanismo muy complejo, que se convertiría en uno de los objetos más importantes y enigmáticos jamás descubiertos en la historia de la arqueología. Datado del siglo I o II a.C., el Mecanismo de Anticítera es el mecanismo de engranajes más antiguo que se conoce. Está compuesto por más de 82 elementos, incluyendo una treintena de ruedas dentadas, que ocupan aproximadamente el espacio de un libro grande. Los tres fragmentos principales del mecanismo se exponen actualmente en el Museo Arqueológico de Atenas, pero la capa de piedra que los recubre solo permite vislumbrar su complejidad.

Un enigma resuelto por la ciencia moderna
Desde entonces, este descubrimiento no ha dejado de intrigar a científicos e historiadores. A lo largo del siglo XX, los científicos intentaron desvelar los secretos del mecanismo. En 1959, gracias a los rayos X, el físico Derek de Solla Price detectó la presencia de ejes, agujas y cuadrantes grabados con diminutas inscripciones, así como con signos astronómicos. Sus estudios reforzaron la hipótesis de que el mecanismo era una especie de calculadora antigua, destinada a predecir el movimiento de los astros. Pero hubo que esperar hasta principios de los años 2000 para que la tecnología permitiera ir más allá. Con la ayuda de un tomógrafo de más de 8 toneladas, diseñado especialmente para la ocasión, el equipo dirigido por el astrónomo Mike Edmunds y el matemático Tony Freeth pudo reconstruir el interior del mecanismo en tres dimensiones. Su estudio, que concluyó en 2006, permitió concluir con certeza que el propósito de la máquina era calcular los movimientos del sol y de la luna, así como predecir los eclipses, gracias a más de 30 ruedas dentadas, cuadrantes y otras superficies de bronce cubiertas de inscripciones astronómicas y mecánicas.

Un objeto anacrónico
Sin embargo, si bien hoy en día se conoce la estructura del mecanismo en detalle, su carácter anacrónico sigue siendo un enigma que revoluciona nuestros conocimientos. Este objeto de unos cientos de gramos no tiene ningún equivalente conocido en la antigüedad, y hubo que esperar a la Edad Media para que aparecieran relojes astronómicos de una complejidad comparable.
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